viernes, septiembre 18, 2009

REVOLUCIÓN SIN MANOS.

Por: CÉSAR RUIZ

En estos días leí un libro muy interesante: "Cuentos de la calle. Antología del cuento colombiano contemporáneo". Una interesante selección que aborda desde la perspectiva de algunos literatos las dinámicas propias de la ciudad. Una ciudad que puede ser cualquiera pues en general casi todas las urbes contemporáneas tienen los mismos procesos y las mismas contradicciones y el ver esa comprensión fue lo que me ató a la lectura. En días en que los estudios sobre la ciudad están de moda atribuyo ese interés a unas ideas elaboradas principalmente por tecnócratas y académicos que analizan, no sin interés económico el concepto del espacio público, la movilidad y la ciudadanía. Cuando leía, me detuve en muchas ocasiones a pensar sobre mi ciudad Bogotá y el pasado, presente y futuro de la misma, pero también el de las ciudades de América latina.

Las coincidencias llegaron, mientras leía el cuento "¿Porqué mató el zapatero?" de Eduardo Caballero Calderón. Llegó a mis oídos una canción proveniente del patio del colegio que utilizaba la voz de Rubén Blades para decir: "Era una ciudad de plástico de esas que no quiero ver, de edificios cancerosos y un corazón de oropel, donde en vez de sol aparece un dolar, donde nadie ríe donde nadie llora, con gentes de rostros de poliester que escuchan sin oír y miran sin ver, gente que perdió por comodidad su razón de ser y su libertad". Fue contundente porque mientras la gente en la canción pierde su razón de ser, en el cuento un zapatero (Aquilino) desplazado por las dinámicas arrolladoras del capitalismo asesinaba un maniquí.

Me pregunté: ¿será que la ciudad tiene alma?, tal vez, habrá que responderlo con esfuerzo pues yo también tengo alma, pero es un alma grosera que no siempre piensa. Es posible entonces que la ciudad fundamente su alma en esas que no piensan, que escuchan sin oír, que miran sin ver, que no les sorprende nada, que permiten que todo pase, que los abusos se concreten, que la injusticia se haga reino, que los sueños se desangren. Y entonces el geniecillo de la imaginación se acercó y me dijo "LA EDUCACIÓN ES LA SOLUCIÓN". -Pero si ya se educa con la cultura ciudadana,-contesté y contunué- con los proyectos teleológicos de homogenización comportamental surgidos de las mentalidades hijas del capital. -El duende me reprocho, me trato de tonto y me dijo: NO ES ESE EL TIPO DE EDUCACIÓN QUE SE NECESITA, HAY QUE EDUCAR PARA PENSAR, PENSAR LIBERA, NO EXISTE LIBERTAD EN LA CREENCIA DE VISIONES TELEOLÓGICAS SOBRE ESA SOCIEDAD PERFECTA QUE NOS PLANTEAN LOS TECNÓCRATAS Y SU SENSIBILIDAD ARTIFICIAL. ¡PROFE, EDUCA EN EL PENSAR, EDUCA PARA LA LIBERTAD!. Terminado esto se esfumó...

¿Entienden el problema en el que me encuentro?, ¿Comprenden también las posibilidades que surgen?, se puede ver más allá de lo aparente, escuchar y también dudar de lo que sé y lo que enseño, dudar además de los discursos que atraviesan oídos y ojos mientras alguien traza con descaro irónico el diagrama de mi existencia, de nuestras existencias y en cientos de lugares ese discurso se consuma con la complicidad inconsciente de los habitantes (somos todos) de una ciudad que se planea y manipula esta vez si conscientemente por poderes que no queremos comprender. Estamos construyendo un mundo inmune al calor orgánico donde todos flotamos como en una gran pecera de concreto. ¿ Qué tal si hacemos caso a una canción, qué tal si proponemos una revolución de pensamiento y manos?.

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