miércoles, agosto 19, 2009

CUANDO INTERPELA LA MUERTE

Por: CÉSAR RUIZ

Si acabamos hace algunos días de recordar la lamentable muerte de Jaime Garzón resulta muy doloroso traer a colación en un escrito más de este Blog la muerte de personas que sintetizaron sueños y anhelos de un pueblo huérfano de ideas, voluntades y fuerza de cambio. Hoy esta tribuna recuerda la muerte de Galán en agosto de 1889. Claro está que los noticieros y periódicos lo han hecho abundantemente pero cabe considerar que la información presentada es escueta, plana y carente de una reflexión que acompañe las imágenes presentadas. Se entrevista al restaurador de la tumba quien lamenta la muerte y hasta recuerda que lloró ese aciago día, una mujer espontanea visita el cementerio y cae presa del periodista de algún noticiero que la muestra con una rosa en la mano y un vestido negro en señal de luto. Luego se habla algo de Santofimio, posible condena para el presunto autor intelectual. Si va a la cárcel estará bien que la justicia llegue en un país donde parece más parapléjica que coja.
Sin embargo solo con enviar a la cárcel a Santofimio no se hará justicia, porque no solo murió un hombre, se asesinó la esperanza de cambio frente a un país plagado de corrupción. ¿Quién pagará por el asesinato a la esperanza? en el círculo negro del gobierno de la época, de los narcotraficantes y grupos al margen de la ley que impusieron el régimen del terror entonces estaría la respuesta y cabe anotar que muchos de ellos están aun en el gobierno y en la aparente y mentirosa lucha de por un mejor país. Veinte años han pasado desde el día que escuché la triste noticia, iba a estudiar y era un niño que aun no comprendía la trascendencia del hecho, recuerdo que por esos días escuchaba noticias sobre muertes y muertes en la UP, que por esos años caería Pizarro y que todo seria sagazmente embolatado con la suspensión del campeonato de futbol colombiano y la copa libertadores ganada por nacional. A la postre lo de Galán se paliaría buscando a Pablo Escobar y con el mundial de Italia noventa, de nuevo cortinas de humo ocultaron la verdad a tal punto que hoy la desconocemos toda.
Un hombre mata a otro hombre por un estipendio, por un pago que a la postre es miserable en comparación con cualquier vida. La infamia de un país donde la vida y las ideas se ven con futilidad, país de gobiernos melindrosos que no aceptan controversia y de un pueblo que no encuentra la forma de expulsar la rabia que tiene comprimida.
En el país de los gobiernos socarrones los crímenes pasan como el calendario, gobiernos de decisiones a escondidas y comunicados sardónicos, siempre con una careta. País de lenguajes oscuros, panfletos, mentiras de todo tipo y de todo lado, miente el guerrillero, el paramilitar, el gobierno, el dueño del capital, no mienten los pobres porque ellos no pueden disimular. País donde el olvido es tópico y pasan los años, en el caso de Galán son veinte y serán más y quienes vemos con horror esta realidad tenemos un dolor punzante que cruza nuestro estomago. País de eméritos ex presidentes que se niegan a dejar el poder y de presidente que pretende perpetuarse, escrupulosamente.
Son veinte años ya, la memoria colectiva está entre brumas y la crítica es incomoda.

1 comentario:

Juan Carlos Parada Bernal dijo...

Apreciado César:
A veces el ejercicio de la pedagogía me aterra pues el encontrar el reflejo de la sociedad de forma tan directa, es cruel, es autentico y preocupa.
El camino que hoy se entreteje todavía está bordado por una niebla espesa que no permite ver que nuestros derechos siguen vulnerados, nuestra dignidad vapuleada y la verdad totalmente oculta. Quizás necesitaremos un mayor compromiso de los que en algún momento nos hemos detenido a pensar, reflexionar y opinar para actuar y antes de pensar en la transformación de nuestro sistema de gobierno necesitamos combatir por una renovación en el pensamiento de quienes formamos parte de esta agobiada patria (el operario, la enfermera, los docentes, los conductores, médicos, vendedores ambulantes, etc.). La sociedad somos todos y cuando los taxistas protestan o los profes, quizás los pensionados, no podemos ignorar que esto es un dolor común y solo nos enfurecemos hasta cuando nos toque directamente un proyecto de ley que atente contra nuestra calidad de vida.

En nuestras manos está la solución, el añorado cambio, cada uno de nosotros, es una idea valiosa que puede aportar a la creación de una nueva legislación o de un nuevo proyecto que rescate alguna parte de nuestra ciudad (niños, jóvenes, ancianos, hambrientos, desprotegidos, desdichados, ricos, cansados, soñadores, etc.) Definitivamente la política no es solo para los de corbata con camionetas blindadas y abanicos de escoltas. Hace unos días asistí a la Feria Internacional del Libro, en medio de la variedad de eventos y cosas curiosas encontraba una mesa redonda donde el tema de conversación giraba entorno a: “Desde la cultura. Salidas innovadoras al conflicto” dentro de los ponentes que captó mayor atención en mi estuvieron la intervención de la líder indígena Aida Quilcue y el escritor William Ospina. William con el bagaje cultural que posee planteaba un respeto por la diferencia, por las formas de ver, sentir, y hasta vivir la vida, en donde la guerra como solución del conflicto es bastante cuestionable.
Aida desde el sufrimiento entrañable de su pueblo pensaba en el desarme, no solamente en términos de pólvora, también de conciencia, ella contaba la anécdota de una familia indígena en donde la madre fue asesinada, el padre en busca de venganza también fue acribillado, sus hijos mayores a su vez encontraron la muerte al buscar por sus manos la justicia pero el único sobreviviente, un pequeño de 13 años supo que el podría ser el próximo y tal vez después sus hijos entonces decidió romper la cadena pues entendió que combatir la violencia con mas violencia y recurrir a la venganza seria el juego eterno de quienes viven de la guerra. Ahora ¿cómo hacer entender a un gobierno que legitima la solución del conflicto armado con más armas, con mayor inversión en la guerra que en la educación, la salud, la cultura? ¿Cómo sacar al pueblo de la estupidez que nos acompaña para actuar realmente?

“Los principios de humanidad mal entendida, no autorizan a ningún gobierno para hacer, por la fuerza, libres a los pueblos estúpidos que desconocen el valor de sus derecho”

Simón Bolívar

JUAN CARLOS PARADA BERNAL