El equipo del profesor Gamero salio a la cancha a hacer lo que tenía que hacer: Buscar un resultado positivo como visitante para terminar como local el Tunja enviando sus camisetas a que les estamparan la primera estrella en la corta historia del Equipo Boyacá Chicó. América inició como una ráfaga descomunal que arremetió con la fuerza de un huracán sobre la portería del ¨Prono¨ Velásquez, el ímpetu de los jóvenes jugadores americanos se hizo notar así como se notó la experiencia de muchos de los jugadores del Chicó, curtidos en juegos de finales como es el caso de Víctor Pacheco o el ¨Palmira¨ Salazar, el aluvión disminuyó cuando el pequeño volante del equipo ajedrezado anotó en la portería roja silenciando una tribuna roja como la sangre. El partido a partir de entonces cambió su decorado, el Chicó manejó mejor el partido pero cometió un error reiterado, demasiadas faltas cerca al área chica favoreciendo las jugadas preparadas durante la semana por el equipo del ¨África¨ Umaña, así llegó el empate en las postrimerías del primer tiempo.
Así se fueron al descanso, a la charla en los camerinos donde los técnicos reacomodaron sus fichas, salieron al segundo tiempo donde se jugó de la manera menos pensada, un América limitado a los pelotazos de Valencia, la expulsión bien merecida de un jugador para cada bando, diez contra diez, en la cancha como leones batiéndose hasta el final, empero diez contra diez; pero como en el fútbol colombiano todo puede suceder el juez central se colocó la camiseta roja y en una demostración no solo de injusticia sino de los entuertos que se abren paso cuando un equipo chico juega una final. Ante el asombro de millones de espectadores el arbitro terminó el juego cuando la pelota estaba a punto de traspasar la línea de meta del América de Cali y los del equipo de Eduardo Pimentel se disponían a celebrar un merecido triunfo.¿ Será que les robaron el partido?
CÉSAR RUIZ
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