sábado, agosto 02, 2008

EL HOMBRE: ¿LA MEDIDA E IMAGEN DEL UNIVERSO?

Por: CÉSAR RUIZ




Voy a realizar este escrito siguiendo una línea de tiempo que inicia en el siglo quinto después de Cristo y va hasta nuestros días, tratando de mostrar un proceso que ha llevado el hombre desde que tenia por mundo lo que podía experimentar físicamente, lo que podía tocar, los espacios donde podía caminar, los frutos que podía probar. Un mundo plagado de preguntas, carente de respuestas, creo que si yo hubiera nacido quince siglos antes me preguntaría por el sol, la luna, las estrellas, el cielo, la luz, la oscuridad, mi cuerpo, el de la mujer, trataría de dar respuesta a los interrogantes propios de ese mundo que apareciera ante mis ojos.


Seguramente muchos o quizás todos los hombres y mujeres de esa época se hicieron esas preguntas y muchas mas, preguntas que los impulsaron a caminar, a ir detrás de la montaña para mirar que había, a caminar río abajo seguramente pensando que siguiendo el agua se encontraría a Dios. Así llegaron al mar, a esa masa de agua gigantesca que limitaba sus pasos obligándolos a crear cosas nuevas para los que no conocían la navegación y a perfeccionarla los que ya la conocían. Período lleno de mitos y misterios, de un planeta plano, de fantasmas y dragones que asechaban mas allá de la línea del horizonte, razón por la cual siempre se navegaba cerca de las costas. (Período de oscurantismo, de dogmas, de religiosidad y miedo a ultranza, de telones que disfrazaban el mundo real sometido a una parafernalia de mentiras, donde la denominada edad media occidental hacia su arribo y la imposición de creencias como el derecho divino era pan de cada día. Edad que se extendió en Europa hasta el siglo quince pero que continuaría implementándose siglos después en las nuevas tierras descubiertas y dominadas).


El afán del hombre siempre ha sido el conocimiento y la dominación del universo, un cosmos que crece paradójicamente mucho más rápido que el pensamiento del hombre, inefable, misterioso. De las primeras civilizaciones a la dominación territorial del denominado antiguo continente (Asia, África, Europa), de éstas a la conquista de América, conquista que se dio porque el hombre siempre busca que someter, algo encontrar, para ello hace gala de su capacidad inventiva, creadora, para generar elementos que emulen la naturaleza o que se conviertan en extensiones de su cuerpo propicias para lograr sus objetivos. Con el descubrimiento de América llega una ruptura de paradigmas, de una tierra cuadrada se pasa a la redondez, de los dragones del infierno a un paraíso bíblico plagado de oro, al conocimiento de grandes civilizaciones perdidas en el tiempo, Cristóbal Colón es a la tierra lo que Amstrong al universo, símbolo de crecimiento y abanico de preguntas por solucionar. Una andanada de transformaciones llegan consigo, el renacimiento que quitó un velo de siglos a los hombres, desmitificando el derecho divino, la hegemonía de monarquías, cleros y terratenientes para traer a la palestra la posibilidad del liberalismo, paso fundamental del teocentrismo al antropocentrismo, del dogma a la razón, esa misma que lastimosamente con el paso de los siglos se convirtió en un dogma tanto o mas asfixiante que las religiones que atacaba y a los habitantes del mundo seis siglos después nos convierte tan solo en parte de una taxonomía, aplicándonos las ortopedias deformantes del positivismo.

Luego de ese instante revolucionario de 1492, se presentaron otros momento definitivos como las revoluciones industriales, donde el hombre descubre las maquinas, las tecnologías y la manera eficaz de desangrar nuestro planeta, de sacarle la sangre para nutrir las ambiciones capitalistas emergentes, hombre parasito de la tierra, se nutre de ella, maestro de la devastación que todo lo degenera nada le devuelve, solo enfermedades, tierra intoxicada, asmática, “aldea global” que inicia su proceso de muerte. Pero el hombre animal racional sabe que puede ir a otro lado a depredar y se lanza a la conquista del espacio, nuevo paraíso terrenal donde Irán los dueños de las fortunas, con eso hay una nueva máxima universal: primero entra un portaviones por el ojo de una aguja que un pobre ir al cielo. Hombre que se lanza a la conquista y destrucción de un universo que le teme, que se esconde tras el profundo azul de la noche para que el humano no lo encuentre, infinito aun inocente, que quiere mantener incógnitas que el hombre a la postre dominará y utilizará para su provecho porque esta especie racional considera que todo lo que descubre le pertenece ya que para muchos modernos el hombre es la medida del universo.

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